A unos 50 Kms de Cáceres, Trujillo no sólo es cuna de conquistadores tales Francisco de Orellana descubridor del río Amazonas o Pizarro conquistador de Perú, sino que también nos deleita con su naturaleza, su historia y una bellísima arquitectura que invita a hacer un viaje en el tiempo y que la hace una de las localidades más destacadas y bellas de Extremadura. Un museo al aire libre de iglesias, castillos y casas solariegas.Parto desde Cáceres con muchas ganas para ver Trujillo, una localidad de la que había oído hablar mucho y muy bien. El camino es precioso, rodeado de dehesa, viendo el paisaje extremeño.
Justo a la entrada aparco el coche y me dirijo andando a su epicentro, el lugar más concurrido y conocido de Trujillo, su Plaza Mayor.
Justo en esta plaza me encuentro con la oficina de turismo así que, folleto en mano, comienzo la visita. Los pies preparados porque el camino va en cuesta arriba. ¿Comenzamos?
Plaza Mayor
Declarada Bien de interés cultural, con forma rectangular, adornada de soportales, con su famosa figura de Francisco de Pizarro a caballo (una obra de bronce de 6.500 kilos) y su imponente Iglesia de San Martín (de estilo gótico, coronada por cerámica de Talavera y por donde pasaron Felipe I , Felipe V y Carlos V ), que se encuentra justo al lado de la escalinata.
Ha sufrido múltiples transformaciones debido a los cambios a lo largo de la historia.
Cuando la paseas, sientes que ha debido ser una localidad con muchísima historia, todo se refleja en sus edificaciones y en el aire que se respira, y es que, no en vano, Trujillo ha recorrido todas las etapas de la historia desde poblado romano, donde se la llamó Turgalium a ciudad medieval, aunque la etapa que más relevante ha sido (o al menos la que más ha trascendido) fue la de la conquista de América, cuando muchos trujillanos se embarcaron a la aventura para a su vuelta construir hermosos palacios que aún hoy hacen el deleite de todos los que pasamos por allí para disfrutarla.
Esta plaza tiene dos alturas que permiten unir la parte alta con la baja de la localidad. El ir y venir de gente para tomar algo en alguna de sus terrazas o degustar la gastronomía popular en alguno de sus restaurantes más famosos, es lo que hace que este lugar irradie vida y alegría.
Pasear por sus soportales es todo un placer, con esos pórticos que nos trasladan a la época en la que en este lugar se hacía el mercado, tal como lo recuerdan los azulejos con nombres como portal del pan, de la carne, de la verdura, etc…
Construida en un momento histórico donde las familias importantes pugnaban por hacerse un palacio (a cual más bello) en esta plaza para hacer resaltar su importancia.
Me llama la atención los balcones en esquina, muy ornamentados y que dan un aire a la fachada muy original y artística.
Palacio de los Duques de San Carlos (S.XVI)
Resalta en su fachada el escudo de la familia en esquina, se dice que los escudos partidos en esquina tienen que ver con los títulos que se concedieron a los nobles que intervinieron en la conquista de los nuevos mundos, y su coqueto balcón. Con su estilo plateresco, es uno de los palacios renacentistas extremeños más bellos. Hoy es convento concepcionista.
Palacio de los Marqueses de la Conquista
Conocido como el palacio del escudo y mandado construir por el hijo del conquistador Pizarro. Monumento plateresco cuyo balcón esquinado es síntesis del mayor arte extremeño y donde está esculpido el escudo de Carlos I.
Casa de la Cadena o Palacio de los Chaves y Orellana
Lugar donde se hospedó el rey Felipe II en 1583 tras tomar posesión del reino en Portugal. Destaca su Torre del Alfiler, construida en el SXIV.
Una vez visitada la plaza, subo la escalinata que me lleva hacia la zona amurallada que es la que separa villa y ciudad.
Y ahora empieza el paseo por calles empedradas, la parte vieja de Trujillo, que tiene un encanto especial. Cada rincón tiene historia y te lleva siglos atrás como pocos lugares, algo que a mi me fascina.
¡¡Vámonos para arriba!!
De forma serpenteante y con grandes desniveles, rodea el conjunto histórico de la ciudad. Y es allí donde puedo ver hasta 17 torreones y cuatro de las siete puertas (La Coria, Santiago, de los Chaves y del Triunfo) que poseía originariamente.
Mi intención es dirigirme hacia el castillo atravesando la puerta de Santiago, también conocida como la Puerta del Sol, donde se aprecia el escudo de los Reyes Católicos y el de los Altamirano. Se encuentra entre la casa de Luis Chaves “El Viejo” y la Iglesia de Santiago, desde la cual sonaba el toque de queda para cerrar las puertas de la ciudad.
Reconozco que estos son los momentos en los que suelo pensar que uno tiene que tener mucha pasión por ver lugares, aprender su historia y descubrir rincones para darse estas caminatas tan agotadoras. Con un sol de justicia, calles empedradas y todo cuesta arriba hay que echarle mucha moral y ganas para encima ir disfrutando de todo lo que me aparece en cada esquina como lo hago yo, esto es lo que se denomina “Amor al Arte”.
Y por fin… El Castillo
Situado en la parte más alta y desde donde se divisa toda la ciudad, fue construido en tiempos califales y restaurando tras la Reconquista. Conserva cuatro de las siete puertas. Antes que una fortaleza andalusí, fue un campamento romano. Desde allí las vistas son espectaculares y, aunque me lo encuentro rehabilitándose, le doy un paseo por los alrededores.
A la bajada aprovecho para descansar un rato y disfrutar de las espléndidas vistas que hay desde allí.
Una vez hecho el descanso pertinente y disfrutado de las vistas, me dirijo hacia abajo y, en mi paseo, me encuentro con el convento de la Jerónimas donde una monjita encantadora, a través de una ventana, me vende unas perrunillas riquísimas.
El monasterio de monjas jerónimas, que en realidad se trata de un convento de clausura, se funda a finales del siglo XV, en lo que fue palacio de doña Catalina Álvarez Altamirano quién donó el palacio más algunos solares anexos.
Ya bajando, paso por la Iglesia Santa María la Mayor (S.XIII), la más importante de la ciudad, donde se encuentran las lápidas de los más insignes trujillanos que ha tenido la historia incluidos Pizarro Y Orellana. Destaca su retablo que no lo pude visitar por encontrase cerrrada. Aquí se celebraron los funerales del padre del Rey Católico, y como anécdota simpática, contaros que, en una restauranción, un cantero puso el escudo del Atlético de Bilbao, yo no puedo dar fe porque no lo ví pero parece que es cierto.
Es en esta misma plaza donde se encuentra La Casa museo de Pizarro, una casona del S.XV. Posiblemente el museo más visitado de Trujillo, donde vivió el famoso conquistador que te recibe con el escudo de los Pizarro en su entrada.
La casa se divide en dos plantas, siendo la primera la recreación de una casa del siglo XV y en la superior hay una exposición sobre los primeros años en América, el Imperio Inca, la conquista, la vida colonial, las fundaciones y su muerte.
Por esta zona nos encontramos también con la Casa de Francisco de Orellana, el Palacio Chaves Mendoza e incluso el Aljibe y alguna que otra tienda de souvenirs donde poder comprar algún recuerdo y llevarlo para casa.
Palacio de Orellana y Pizarro
Aquí se apuntaban todos aquellos que querían ir a la conquista de Perú. Construido sobre un edificio militar, hoy día pertenece a las monjas del Sagrado Corazón.
Después de la larga caminata hacia arriba, ahora toca irnos para abajo. Se acerca la hora de comer y estando en Trujillo donde hay un embutido que es toda una tentación, unos quesos premiados y reconocidos en todo el mundo y unos restaurantes estupendos, no puedo más que ir preguntando alguna recomendación para comer y me decido por un restaurante junto a la Plaza Mayor donde me tomo unas migas extremeñas riquísimas y un vino de Pitarra que hago bien en avisaros que se sube a la cabeza en cero coma uno, tanto, que tuve que esperar un buen rato que se pasara el efecto antes de coger el coche e irme a mi nuevo destino.
Adiós Trujillo, fue un placer conocerte, saber de tu historia, recorrerte y disfrutarte.
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Mi recomendación:
Por supuestísimo, una visita a su precioso parador, algo que en mis viajes no puede faltar. Donde tomar un café, almorzar o bien pasar la noche… ¡Precioso!.
Como una imagen vale más que mil palabras, no os vayáis sin deleitaros con estos manjares e incluso comprar para llevar a casa en cualquiera de sus tiendas situadas por el casco viejo.
Trujillo, tierra gallarda de hechos nobles,
antorcha fulgurante de La Libertad,
de cimientos fuertes como robles,
es lo que veo en esta gran ciudad.
En tu plaza de armas hay un grisáceo monumento
que parece estará ahí por un tiempo perpetuo,
estatua como tú: con brío y con donaire,
eres la cuna de mi gran amigo Andonaire.
Tienes la finura y la gracia de Paris,
lujosas casonas como las hay en Madrid,
eres la más bella del norte del país,
rica y dulce como el zumo de la vid.
Alfredo Murillo.