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Santillana del Mar, de calles peatonales adoquinadas y viejos edificios de piedra que te transportan a la Edad Media es uno de los pueblos medievales más bonitos de España, así la definió el filósofo francés Jean Paul Sartre en su obra “La Náusea”. Famosa entre otras cosas por sus tres mentiras ya que ni es santa ni es llana ni tiene mar se visita caminando ya que todo su casco histórico es peatonal.
Con sus cerca de 4000 habitantes, a unos 30 kms de Santander y 3 kilómetros de la costa, se asienta sobre colinas y valles y fue en 1889 cuando la declaraban Conjunto histórico-artístico.
La época de esplendor de Santillana nos ha dejado un estupendo legado artístico y monumental en forma de casonas, palacetes y edificios religiosos de la época medieval, así como de la renacentista y la barroca. La mayoría de sus casas y palacios se levantaron a partir del siglo XIV hasta el XVIII.
Todos estos reclamos turísticos,unidos al siempre impresionante entorno natural de Cantabria atraen a cerca de 800.000 visitantes al año, y puede que ahí radique su parte negativa por ello es mejor visitarla fuera de los periodos vacacionales o al menos hacerlo al atardecer que es cuando los muchos autocares de viajeros ya se han ido y la villa recobra su tranquilidad.
Incluida en mi recorrido por Cantabria, como no podía ser de otra forma, llego por la tarde, algo cansada de coche y voy directamente al hotel donde pasaría dos noches en el Hospedaje Fernando, una casita de habitaciones encantadora, correcta, económica y donde su dueña te atiende a las mil maravillas incluso te ofrece mapa turístico y te orienta en cualquier duda que puedas tener para realizar la visita.
Dispone de un jardin trasero muy chulo donde incluso una de las noches me bajé la cena. La localización es estupenda ya que está alejada del casco antiguo pero a la vez cerquita y en cuestión de diez minutos andando accedes a toda la parte interesante para visitar de Santillana.
Lo tomé como base para visitar Comillas y otros lugares cercanos de Cantabria ya que a una hora tienes muchos lugares interesantes donde ir, y sobre todo recuerdo que las dos mañana que amanecí allí fue una gozada abrir la ventana y ver las vacas pastando y ese paisaje pasiego que Cantabria ofrece y regala a todos los que hemos tenido la suerte de poder contemplarlo.
Una vez instalada y con mapa en mano me voy a ver la tan famosa Santillana del Mar que no sólo tiene un legado patrimonial muy interesante sino también una historia apasionante que por cada una de sus calles vas encontrando, no en vano, es un museo de historia medieval al aire libre que hay que pasear con tranquilidad y maravillarse ante la uniformidad y espléndida conservación de su patrimonio urbano.
UN POQUITO DE SU HISTORIA
La actual Santillana, llamada Vila de Sancta Illana, según un documento del S.XIII, tiene su origen en la Alta Edad Media, cuando un grupo de monjes se asentó en estas tierras para construir una ermita donde proteger las reliquias de una mártir llamada Juliana, supuestamente enterrada aqui.
Años después, aquella primitiva ermita se transformó en un monasterio, y en torno a él se fueron levantando casas de agricultores, dando lugar a una pequeña villa que tomó el nombre del centro religioso: “Sancta Luliana” (nombre que más adelante derivaría en “Santillana”).
Destaca su claustro, en la parte norte, cuya importancia reside en la iconografía de sus capiteles, que constituye una síntesis de los principales motivos decorativos del románico.
Con el paso del tiempo la villa fue adquiriendo una gran importancia jurídica y administrativa y, gracias a una serie de privilegios reales y a la abundancia de donaciones, el monasterio se convirtió en colegiata, en su día, la más importante de la Cantabria medieval.
Este hecho favoreció la expansión y el desarrollo urbano de la villa tal y como lo conocemos ahora, siendo laa mayor parte del edificio románico, aunque se perciben añadidos renacentistas y barrocos.
Vamos a Verla … 😯
Pasear por sus empedradas calles admirando las casonas típicas de piedra con amplios balcones de madera y bajos, hoy convertidos en tiendas donde se pueden adquirir productos típicos de la zona, asi como sus palacetes, es un placer único como única es Santillana.
Para recorrerla basta un día y su visita comienza atravesando la calle de Santo Domingo, que pronto se bifurca en forma de “Y”. Hacia la izquierda se llega hasta la Plaza de Ramón Pelayo, llena de edificios de aire medieval, y hacia la derecha hasta la Colegiata de Santa Juliana.
En esta plaza se encuentran algunos de los edificios más representativos de la villa de Santillana del Mar: el Edificio del Ayuntamiento de Santillana del Mar, Parador Nacional Gil Blas, Torre del Merino, Torre de Don Borja, y Casas del Águila y la Parra.
La Casa de la Parra, a la derecha, debe su nombre a una gran parra que adornaba antiguamente su fachada, antes de ser sustituida por una pantalla de entramado de madera y ladrillo.
La Casa del Águila debe su nombre al águila del escudo de su fachada, de la familia EstradaTagle.
Las dos casas están unidas entre sí por un estrecho corredor de dos alturas. Actualmente el conjunto pertenece a la Cosejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria, donde se realizan exposiciones.
La Torre de Don Borja debe su nombre a don Francisco Borja Barreda, último descendiente de la familia Barreda, en el siglo XIX y propietaria del edificio durante siglos, pasando posteriormente a otros dueños. Su construccíon se remonta a finales del siglo XV y principios del XVI.
A raiz de aquí todo es perderse por sus calles llenas de locales comerciales, posadas, hostales, hoteles, un Parador Nacional, bares, restaurantes, cafeterías, tiendas de artesanía, de productos típicos de la tierra, etc establecidos para dar servicio a la gran cantidad de visitantes que recibe durante todo el año.
En la calle de la Carrera hacia la Colegiata vemos el famoso lavadero público y abrevadero.
No olvideis tomar el típico vaso de leche con un sobao o una quesadilla en el local que teneis a la izquierda y que tan famoso han hecho Imanol Arias y Juan Echanove en su programa un país para comérselo, Casa Quevedo.
Su fundadora es Mª Luisa (mi tocaya 😛 ),quien se inventó la historia de que quien iba a Santillana y no se bebía un vaso de leche de vaca con un bizcocho no se casaba.
La leyenda, creada por la necesidad de completar el presupuesto familiar, arraigó con éxito y, hoy en día, su hija Leonor continúa –ahora hace 60 años– con el negocio y a la puerta de Casa Quevedo se siguen formando colas todos los días de gente que no es que quiera casarse, es que ha oído lo buena que es esa leche y lo ricos que están los bizcochos y las quesadas.
Es un lugar donde no te cansas de pasear y cada calle es atravesada por otra que siempre te reserva una sorpresa.
Al que le guste el tema de la inquisición saber que teneis un museo dedicado a ello pero que a mi personalmente no me atrajo hacerle la visita ya que me parece algo muy turístico ya instalado en muchas ciudades y me parece sólo un reclamo turístico más.
Podeis visitar el Museo Jesús Otero, creado en 1994 y de propiedad municipal donde se exponen esculturas y objetos donados por el escultor en 1993 al Ayuntamiento de Santillana del Mar en diferentes salas y varias esculturas de gran tamaño en el jardín del museo.
Hay mil y un alicientes para visitarla aunque a mi personalmente lo que me apetecía era pasearla, perderme por esas callejuelas con historia y esas casas repletas de flores con mil colores, ir parando a cada momento y saborear su esencia Cántabra que tan bien plasmada está en este lugar más allá de su enfoque turístico.
Intenté imaginarla en otros tiempos, donde los pastores bajaban los rebaños y estos bebían en ese abrevadero, en fin …toda esa parte de la historia que tanto me apasiona y que en Cantabría se hace tan latente.
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Y entre tanto paseo me llego al Parador 😉 , ya sabeis que donde haya un Parador allí estoy yo 😉 y la verdad es que este no podía defraudarme siendo como es una belleza, donde tomar un rico café y descansar de la caminata se me hizo todo un lujo y una delicia que desde aquí recomiendo a todos. Lo hice en su precioso jardin aprovechando que era finales de Junio y la temperatura me lo permitía 😀
Otro de los alicientes que atraen a Santillana a miles de turistas es la posibilidad de visitar las Cuevas de Altamira, a cinco minutos en coche, que han estado cerradas al público desde el 2002 para preservar las pinturas, pero en el 2014 de nuevo se abrieron al público de forma muy restringida eso sí.
Al lado de las cuevas originales, existe el Museo que alberga la llamada ‘Neocueva’ una réplica muy exacta de las antiguas cuevas, que era lo que hasta ahora los turistas podían visitar al estar cerrado el acceso a las cuevas originales.
Las pinturas pudieron conservarse tantos miles de años debido a las condiciones de la cueva. Con humedad del aire entre 94-97% y una temperatura entre 13.5 y 14.5ºC.
Las cuevas de Altamira son Patrimonio de la Humanidad Unesco desde 1985.
Llegando la noche recordé que había leído en algún diario de viajeros que cerquita había un sitio donde ponían unas hamburguesas que eran toda una delicia, Posada la Venta de Quijas así que cogí el coche y me fui volando a comerme una que sin duda te la presentan tan tan tan bonita que dá hasta pena comérsela. Menos mal que había andado mucho y el hambre me pudo.
y de postre… Un sobao 🙄
Así que con la imagen de estas delicatessen me despido de Santillana del Mar, un lugar que hay que visitar sí o sí, porque motivos les sobra.