MORBIHAN IV, BRETAÑA FRANCESA: JOSSELIN, NACIDO A PARTIR DE UN CASTILLO

Fundado en el siglo XI y destino favorito de los Duques de Bretaña, es un conglomerado cultural, artístico y patrimonial fantástico. Calles coloridas de casas medievales del siglo XVI y restauradas en el 2006, mantiene una unión perfecta del pasado con el presente, el eslabón de la cadena que jamás se debe perder…

Con apenas 2500 habitantes, situado a 44 km de Vannes y 81 km de Rennes, surgió hacia el año 1008 con la construcción del castillo primitivo ordenada por Alain de Rohan, quien dio a la ciudad el nombre de su hijo, Josselin.

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Cuando empecé a informarme desde Málaga sobre qué me iba a encontrar al visitar Josselin, la primera imagen que me apareció fue la de una carretera que conducía a un castillo precioso, con un paseo fluvial a su costado y un puente que lo atravesaba repleto de flores de colores.

Recuerdo que esa imagen fotográfica se me quedó grabada y cuando aparecí por allí, tras doblar una esquina con el coche y lo tuve delante mía me sentí impresionada y recordaba tantas veces como había visto esa preciosa estampa en folletos turísticos.

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Pude aparcar en la misma carretera y ya desde allí divisé un embarcadero frente al castillo con zona habilitada para comer, sin duda, todo un restaurante 5 tenedores con unas vistas insuperables, donde el bocata me supo a gloria y desde donde pude intuir que me esperaba un paseo precioso por un lugar de esos de cuento de hadas que no puedes dejar de fotografiar, mirar y remirar.

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Es difícil apartar la mirada cuando se tiene tanto que admirar.

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Después de comerme el bocata, me apeteció sentarme un ratito en el embarcadero, descansar un poco y tomar fuerzas porque sabía bien que me esperaban calles empedradas, subidas y encima con un día bastante caluroso.

Y una vez descansada, vamos a conocer el precioso pueblo de Josselin

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El casco antíguo es pequeñito y lo componen calles empedradas con casas del Siglo XVI y XVII, plazas preciosas donde parar a tomar algo, tiendas de souvenirs y bastante ambiente.

Fue en esta cafetería crepperia donde me tomé el café reglamentario 🙄 y es que yo sin café no soy persona  😉 .

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Después tocó mucho andar, muchas cuestas, muchos rincones bonitos adornados con flores, casas con puertas y ventanas con ese colorido tan chulo que en Francia saben darle, con entramado de madera algunas y otras de piedra, con ese aire british que tanto me gusta y tan elegante hace a una ciudad o pueblo.

Y como viene a ser costumbre en toda la Bretaña, mucha boulangerie con esa gama de dulces que al pasar por la puerta no puedes contener la tentación de entrar y comprar alguno, en mi caso quise probar el Kouing Amann, del que doy fé, está riquísimooooo  😛 .

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PLAZA DE NOTRE DAME

Allí se encuentra la Basílica de Notre Dame du Roncier . Tardaron más de tres siglos en construirla lo que hace que tenga una mezcla de estilos muy curiosos.

Se encuentran aquí enterrados algunos personajes nobles de la época como Olivier de Clisson y su esposa
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AYUNTAMIENTO (Mairie)

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CASTILLO

Un poquito de su interesante historia:

Normalmente, la historia de un castillo está unida a la historia de una familia y en el caso del castillo de Josselin se trata de la de los príncipes de Rohan, propietarios hasta el día de hoy.

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El castillo de Josselin,  fue fundado por Guéthénoc, vizconde de Porhoët, de Rohan y Guéméné, de la familia de los condes de Rennes, en el 1008. El lugar tenía gran importancia militar y comercial, dominando el río Oust. Por otra parte, la existencia desde el siglo IX de la tradición de realizar una peregrinación a la iglesia de la Virgen del Roncier, hizo mucho por aumentar la riqueza de los habitantes del lugar y, en consecuencia, de los señores del mismo.

Pasó por varias guerras,llegando a ser demolido y sus ruinas cubiertas de sal. Entretanto, en 1370, Olivier V de Clisson reconstruyó una imponente ciudadela de ocho torres, además de una torre de homenaje de 90 metros de altura.

Después de guerras, conquistas y reconquistas, la duquesa Ana de Bretaña, que fue también Reina de Francia, lo donó a Jean II de Rohan, descendiente de Olivier de Clisson que hizo venir artistas y obreros italianos, dando requinte a la fortaleza. Pero nada fue tan destructivo para este castillo como la Revolución Francesa, que transformó la fortaleza-palacio en prisión y depósito.

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En el período de la restauración monárquica, la duquesa de Berry, de la familia real, convenció al duque de Rohan de restaurarlo.

Actualmente el castillo está habitado por el decimocuarto duque de Rohan, Josselin de Rohan aunque algunas instalaciones son visitables.

Los príncipes de Rohan, descienden de un hijo ilegítimo de un Duque de Bretaña.
Cuando ellos se fundieron con la Casa Real francesa pasaron a integrar la Corte de Francia, subiendo mucho, dado que obtuvieron muchas posesiones y privilegios.

Los Rohan pertenecían a la flor de la crema de la nobleza francesa y tenían la condición de príncipe extranjero, distinta de la condición de duque y Par – la más alta categoría de los nobles franceses – que también poseían.

Josselin era un castillo regio y los Duques de Rohan tenían escrito en el blasón:Roi ne puis, duc ne daigne, Rohan suis” (“Rey no puedo ser, de ser príncipe no soy digno, yo soy Rohan”).

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Tras visitar el centro y su castillo nos bajamos a la parte fluvial, y si tengo que ser sincera es lo que más me gustó. Habían chicos practicando deportes náuticos y la estampa era idílica a más no poder.

Me quedé allí un buen rato y sentí que no quería irme, es de esos momentos viajeros donde te encuentras tan agusto que te cuestan dejar. El rio Oust, con ese puente, la estampa del castillo reflejada en el agua y flores por todos los sitios hacen que el lugar sea encantador.

Por un lateral vi que había un sendero por donde poder caminar pegado al paseo fluvial algo que tiene que ser una verdadera pasada, así que os animo a todos los que vengais a que lo hagais con tiempo porque el pueblo merece una visita detenida pero desde luego toda esta parte es para estar horas y horas.

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Y como en un cuento de princesas,aquí me quedo sentada en un lugar de ensueño del que no me quiero ir, del que me llevaré siempre su estampa en el recuerdo y aunque no tengo principe siempre podré decir que fuí princesa por un día en un castillo mágico allá por Josselin en la bella Bretaña francesa

Reine ne puis, princesse suis  😉 

Cuando abandonamos un sitio dejamos alli una parte de nosotros,nos quedamos alli aunque nos marchemos y hay cosas de nosotros que solo podemos recuperar si regresamos a ese lugar.
Viajamos hacia nosotros mismos cuando volvemos a un lugar donde hemos recorrido un tramo de nuestras vidas por muy breve que haya sido la estancia

María Luisa

Septiembre 2016

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