La eterna viajera

El síndrome del eterno viajero es la necesidad de querer estar constantemente en otros lugares. Es sentir que no puedes ser feliz viviendo en un solo sitio. Es la ansiedad de pensar que te estás perdiendo cosas, otras costumbres, otros olores, otros sabores. Es no limitarte a lo que conoces.

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Quería inaugurar con algo especial esta parte de mi blog, y en seguida me vino a la mente este vídeo que tantas veces he visto y que tan bien define mi sentir y el de muchos viajeros, esa necesidad constante de estar en sitios nuevos y todo lo que ello conlleva, esa ansia de libertad que muchos traducen en una especie de huida y quizás tenga también algo de ello.

Cada párrafo refleja una fase del viaje y en cada párrafo me recuerdo en alguna situación vivida y por todo eso he querido compartirlo con vosotros, segura que de que también os veis reflejados en esas ganas de aprender, de crecer y experimentar.

Es una enfermedad… que te salva la vida.

Hoy no es un día cualquiera…  ¡¡Me voy de nuevo!!

Necesito volver a perder la noción del tiempo y que cada día de la semana se llame igual. No saber en qué mes estoy. Es increíble, pero pasa. Necesito que los domingos no sean tristes ni los miércoles el día del espectador. Quiero que lo único importante sea pensar en qué hacer en cada momento.
Donde dormir cada día, cuanto me puedo ahorrar comiendo, como llegar a la siguiente ciudad, que me espera al bajarme del siguiente autobús, del siguiente avión, del siguiente tren.

Lo mejor de estar lejos de todo lo que conozco es que a cada paso que doy sé que me espera algo nuevo.
No tener un camino aprendido en el que saber cada semáforo, cada tienda, cada esquina hace que me fije en todo lo que me rodea y que esté alerta para no perderme nada y es entonces cuando tengo la sensación de estar en un momento único y de que todo lo demás no importa. Reconozco que estoy enganchada a esta forma de vida.

Estoy aquí, en este lugar ajeno a mi mundo, ahora, y puede que no pueda volver a venir nunca más. Tengo que saborear cada momento, guardarlo en mi disco duro para dentro de algunos años recuperar algún segundo de todo esto, algún segundo que haya sobrevivido al paso del tiempo y me devuelva aquí en algún instante.

Siempre me pasa igual, me cuesta adaptarme al cambio, a pesar de la cantidad de sitios en donde he estado, al principio suelo pagar una especie de peaje, es una pequeña descompresión.  Costumbres ajenas que me pillan desprevenida al principio, las mismas a las que en poco tiempo hago mías.

Que curiosa es la curiosidad… Siento que la gente me mira y se sorprende, porque me paro a mirar cosas que a ellos no les llama la atención. Para ellos, todo esto es normal. Es… su día a día. Para mí no.

La noche me engancha esté donde esté, por un lado es muy parecida en todas partes y de alguna manera hace de pegamento para unir un sitio con otro, por otra es como una máquina del tiempo, me lleva y me trae hacia otros sitios en los que también quiero estar.

Cuando viajo intento no repetir destinos, me queda mucho por ver y me va a faltar tiempo para ir a todos los sitios que quiero, bueno y dinero claro pero por otra parte, hay lugares que me han llegado tan adentro que siempre los tengo presentes. Me gusta pensar que siempre podré volver y  que todo seguirá igual, pero eso no pasa porque cada viaje es diferente y acabo idealizando los sitios después de haber estado.

Puede que la necesidad de estar en tantos sitios hace que para mi no haya un lugar concreto al que llamar casa, y es que no necesito vivir durante mucho tiempo en un mismo sitio para sentirme parte de ese lugar.

Cuanto más viajo, más valoro otras formas de ver las cosas y más objetiva soy en con cómo debo entender la vida.

Para muchos estoy loca, soy inestable, imprudente e irresponsable y para otros soy como una aventurera porque ellos también han tenido la necesidad de romper con su vida para vivir otras cosas. Para mi quedarme quieta es renunciar a todo lo que no conozco.

Soñar despierta es una carga muy difícil de llevar, de alguna manera soy prisionera de mi ansia de libertad constante, y , eso no sé si es bueno o malo…
La enfermedad de una persona que le apasiona viajar conlleva a no estar a gusto en un sitio porque necesitas estar en otros. Es la ansiedad que sientes al pensar que nunca serás feliz en un solo lugar.
Es una enfermedad… que te salva la vida.

 

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María Luisa.
Fotografías de Juan Lameirinhas, en el Valle del Baztán, Navarra. Abril 2016.

Si tienes el valor de dejar atrás todo lo que te protege y te consuela, lo cual puede ser cualquier cosa como tu casa o viejos rencores, y embarcarte en un viaje en búsqueda de la verdad, ya sea hacia lo interior o lo exterior, y si estás dispuesto a que todo lo que te pase en ese viaje te ilumine, y si aceptas como tu maestro a todo el que te encuentres en el camino, y si estás preparado sobre todo a afrontar y a perdonar algunas de las realidades muy duras de ti mismo, entonces la verdad no te será negada.

Mangia, Prega, Ama

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