A 7 kms de Pontevedra y en el corazón de las Rías Baixas, me encuentro con este pueblecito marinero declarado conjunto de interés artístico y pintoresco. Combarro es un pueblo que combina casas antiguas con hórreos, cruceiros y embarcaciones.
Combarro
Comienzo mi paseo por sus calles y plazas. Combarro es una villa pequeñita pero con un encanto incomparable y una arquitectura que lo hace distinto de todos los lugares que antes había visitado.
Es una villa marinera ideal para perderse callejeando en un laberinto de casas antiguas que parecen sacadas de un cuento.
Me llama la atención la cantidad de hórreos de piedra (hay más de treinta), allí les llaman palleiras y son símbolo de Galicia, que, complementando a la vivienda, sirven para guardar los productos del campo.
Están en alto para evitar que las ratas se coman las provisiones. Vamos, que es como una despensa pero rústica.

El casco antiguo se recorre en un breve ratito porque no es demasiado extenso.
A mi paso me encuentro con el puerto y sus barquitas que me regalan paisajes tan bellos que parecen postales. Paro para tomar algunas fotos y me siento a contemplar las vistas, que combinan el mar con la montaña, y esa luz tan bonita que tiene Galicia.
Tuve suerte, me encontré con la marea baja y pude caminar por el lecho marino junto a las gaviotas, las mariscadoras, y de los pescadores que llegan en sus pequeñas embarcaciones.

Después de la parada, me acerco a sus preciosas plazas con los típicos cruceiros (esculturas que comenzaron a realizarse en 1727, siendo 7 las que adornan la villa marinera. Además, en Combarro, tienen la particularidad de que las imágenes de la Virgen mira hacia el mar, mientras que las del Cristo hacia tierra).
Una de estas plazas en las que me paro es la Plaza de San Roque, que es, sin duda, la más fotografiada de toda la localidad. Cuenta con dos de los siete cruceiros y un clarísimo ejemplo de Solaina (balcón de piedra terminado en escaleras, propios de pazos o monasterios y datado en el siglo XVIII) en una de sus casas.

Entro en algunas de las tiendas de souvenirs, donde aprovecho para comprar (como en todos mis viajes) el imán para mi nevera y algunos regalitos para la familia.

Pero lo mejor de Combarro es que, al margen de la preciosa zona marinera, también ofrece su lado más rural ya que, a mi paso, me pude encontrar con un antiguo lavadero donde las mujeres iban a lavar la ropa y cultivos por doquier, sobre todo de vides.
Monasterio de San Xoan de Poio:


Los Monasterios son unas de mis debilidades a la hora de viajar y siempre procuro incorporar alguno en mi ruta así que aprovecho este lugar tan especial para darme un relajante paseo y disfrutar de esa sensación de paz que en estos lugares uno encuentra gratamente.
Este Monasterio tiene un precioso claustro del siglo XVI con una fuente barroca.

Una de las cosas que me llamaron la atención fueron los trajes regionales expuestos en la vitrina. Por un momento recordé cuando, de pequeña, salí en un festival del colegio vestida de gallega y bailando la tradicional Muñeira.

Los Jardines del Monasterio son una auténtica delicia y, además, albergan el que es considerado el Hórreo más grande de Galicia, con unas dimensiones de 123,13 m2. Pasear por ellos transmite una sensación de paz increible, me quedo un buen rato disfrutando de las vistas con la sensación de haber pasado un día estupendo.
Mi recomendación:
Si vais a Pontevedra, Combarro es un lugar de visita obligada y, por supuesto, merece la pena porque además su cercanía lo permite y si no se dispone de coche hay autobuses que, con mucha regularidad, hacen esa ruta. Si se dispone del día completo, recomiendo acercarse a Poio para visitar su Monasterio que es una verdadera belleza.
Por la parte de la zona pesquera existen unos restaurantes con unas preciosas terrazas donde poder degustar de la gastronomía de la zona.